Blog - Nunca estamos solas

DE PALOMAS MENSAJERAS Y AMORES PODEROSOS

Hasta su último día mi abuelo tuvo palomas mensajeras.Esas que se usaron durante la guerra para enviar mensajes. Pero que pacíficamente él entrenaba en la casa familiar en un palomar en pleno Pocitos,

Formaban parte de su vida, de su historia. Y cuando construyó su propia casa, las llevó consigo..Nunca pregunté nada sobre ellas, aunque nos pasábamos horas en el palomar juntos , el sentado en la silla, mirándolas. Porque ya no iban ni venían a ningún lado, pero estaban sueltas.

Como niños a veces no somos conscientes del amor que existió o no entre quiénes nos preceden…

Mi madre, que no suele recordar nada de su infancia me contó que había encontrado de niña una caja de metal en la biblioteca. Dentro, los cientos de mensajes que mis abuelos se habían mandado a través de palomas mensajeras cuando eran novios.

MI abuela, diez años menor, vivía en las afueras de Montevideo. Cuando tenía algo que decirle, ponía un papelito en el cartucho que la paloma tenía en la pata, y mi abuelo que vivía en la ciudad lo recibía y contestaba.

Pensé en ese amor que zurcaba el cielo… y durante unos segundos supe que él había seguido criando palomas mensajeras como un mudo tributo a aquello que era tan fácil de decir a la distancia y que en presencia se volvió con el tiempo tan difícil de expresar

Y me gustó ser rama de un árbol en que un amor se dió en el cielo, venciendo miedos, diferencias de edad, convenciones sociales.

Esas palomas que tantas veces vi alimentar, su divino tesoro, tenían entre sus alas un secreto longevo.

No importa la edad, ni la manera, pero poder legar esas historias de amor apasionado, me hizo pensar en cuáles son mis propias palomas mensajeras. Todos las tenemos, y recordarlas nos lleva al encuentro de nuestra esencia más amorosa y pura. La que quizás con el tiempo fuimos perdiendo…

Bendiciones!!Que las alas de los buenos amores permanezcan extendidas donde quiera se encuentren.y cualquiera sea la forma en que se manifiesten… porque amar no pasa de moda…

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos

Praga, febrero 2017

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