Blog - Nunca estamos solas

Disfrutar de las pequeñas cosas

Fue el 8 de marzo.

Después de semanas de no podernos encontrar por obligaciones varias, coincidimos con las plegables, los mates y las ganas en nuestro amado punto secreto de la playa.

Un sol que quería tener fuerza y un aire fresco que menguaba las ganas. Ese equilibrio que te hace sentir en la gloria de las despedidas. El verano alejándose envuelto en rayos persistentes, el otoño acercándose caracoleando en el viento.

Miré el agua distraída. Así como sin verla. Pero la vi.

“Vamos a bañarnos”
“Hace mucho frío, ¿no te parece?”
’’¿Y si es el último baño de este verano?”

Cuando nos conocimos las dos teníamos pareja y una manera de entrar al mar sosegada. Porque no eran pares. Eran pesos que se llevaban una gran parte de la alegría y la espontaneidad, pero no nos dábamos cuenta.

Después la vida se llevó lo que quiso llevarse y quedamos las dos. Que perdimos el sosiego. Y recuperamos Ser.

Y entramos con grititos de placer, celebramos cada ola, nos zambullimos de cabeza, carcajeamos de lo lindo. Somos un reto para los surfistas, porque nos atravesamos correteando cuando llegan las olas. Señalero y mano Rodolfo.

y Cuando una quiere salir , la otra le dice “Dale, un poco más que está divina.”

Este 8 de marzo, el viernes pasado, unos días antes que el diluvio corrido de cuatro días estallara sobre la ciudad, dos mujeres adultas, vividas, celebradas por la vida por el mero hecho de estar vivas, nos dimos unos baños y re baños bajo el slogan “Este puede ser el último del verano”.

Así habría que hacerlo todo. Este puede ser el último beso, el último abrazo, el último te amo. De lo más ínfimo a lo más trascendente, puede ser la última vez.

Y si somos conscientes, importa un carajo la cara de los que te rodean, ni lo que piensen ni digan ni hagan los demás. Lo hacés a fondo. Le ponés todo. Concentrás todo tu energía en que sea sublime. Y ese gustito te queda en el cuerpo para toda la zafra.

Sea lo que sea que hagas, hacélo como si no hubiera una próxima vez.
Merecemos.

Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos

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