Y si… llámenme cursi…
Y si… llámenme cursi, romántica, soñadora…
Creo que un beso en la mano y una rosa son una sutileza del espíritu, una brisa de otros tiempos, un acto de ternura infinita que no tiene que ver ni con edad, ni con comienzos ni finales. Sino simplemente… un beso en la mano y una rosa…
Cuando bajé del auto que había llamado a través de una aplicación para ir por primera vez al centro de Viena, el conductor, un señor como de unos 60 años se bajó a abrirme la puerta y se despidió con un beso en la mano.
Ese simple gesto sin otra intención que la de la galantería, me retrotrajo a otro tiempo de un plumazo, Bajo la forma de un vienés de pura cepa que no necesitó la rosa para hacerme sentir una princesa bajándome de una carroza.
El Universo nos regala aquello que nos encanta, en los momentos menos pensados…
Bendiciones!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos