¿Te pusiste a pensar lo valioso de lo que hacés por quienes te rodean?
Ese día Les deux Magots se volvió un caos.
Y es que ella no estaba. La pâtissière es una muchacha alta, vestida de negro , con un delantal blanco y el pelo recogido. Lleva colgada en su cuello una bandeja con las delicias dulces del local.
Es un ritual en sí mismo cuando la miras, ella te mira y sin mediar palabra se acerca a la mesa. Comienza a enumerar en francés las características de cada uno de los postres que porta como joyas. Yo me siento como una niña cuando finalmente logro decidirme, y señalo con el dedo una fiesta de frutas, o algo con chocolate, o la tarte citron.
Los mozos la reverencian. El reino de la dulzura es de ella. Cuando llega el momento del déssert, te preguntan si ella ya sabe que es lo que querés.
Pero hoy es miércoles y a la hora del almuerzo, la pâtissière no está. Al principio fue una pequeña oleada de displacer. Luego comencé a verlos correr, tan dignos ellos, tan duros en su rol, con la bandeja en el cuello, en la mano. Pasándosela unos a otros a las corridas. Y al momento de describir lo que tenían en exhibición, sudaban la gota gorda. Sabían, pero no tanto como para explicarlo. Les faltaba la dignidad, la calma, la tranquilidad, la sabiduría, la concentración. Porque estaban en mil cosas.
La primera vez que fui a Les Deux Magots y vi a la pâtissière, pensé que era un lujo. Y los lujos uno no los ve como necesarios.
Como todos los sistemas, como en las propias familias, a veces el rol de la mujer que se desplaza haciendo, resolviendo, solucionando, ocupando y llevando a cabo sin ruido pero sin pausa su quehacer, no se valora.
Es necesario que falte, para que los integrantes del equipo noten cuantos frentes atiende sin perder los papeles, ni los nervios. Llevando como una computadora en su cabeza los datos, los números, los nombres y haciendo que la magia suceda sin que se vea el esfuerzo. Que es como trabajan los grandes magos en cualquier rubro.
Porque ella jamás apunta nada, pero todo llega en tiempo y forma al lugar correcto. Con su sonrisa amable, y su andar elegante.
La esencia de la femineidad que mantiene vivo el fuego de un hogar, de un lugar de trabajo, de quiénes tienen el privilegio de compartir con ellas. Bajo ese aparente anonimato que eligen , están representando a una de las diosas menos conocidas y valoradas dentro de la mitología arquetípica. Pero es aquella que está en acción cuando ciertos rituales sencillos cotidianos dan cohesión, unión y amor a un lugar en el mundo.
Bendiciones infinitas! Nunca estamos solas! Buen camino! Hacedoras de sueños.
Simone Seija Paseyro
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