Si estamos vivas, que se viva…
Bailar un lento.
La sensación única de que te envuelvan los brazos de alguien…y bailar.
Los lentos venían después de toda una noche de bailar movidos.
En un baile común. O después de la farándula en un cumpleaños de 15.
Tengo la imagen vívida de esperar hasta las seis de la mañana para que llegara ESE momento. Escuchar los primeros acordes, mirarse a los ojos, y que el mundo estallara. Por fuera de lo que la vida real trajera, esos instantes pasaban a ser los más trascendentes de la vida entera.
Bailar lento era el preludio de un beso y no de tantas cosas más.
Pero esos besos…qué esmero. Qué dedicación. Lo dejábamos todo.
Bailar lentos con la persona indicada es tocar el cielo con las manos.
Y bailarlos con quien no conocés, un Universo de posibilidades por venir.
Porque «bailar pegados es bailar»
Y sí, soy romántica confesa.
Amé los lentos conversados, esos en que te pasabas la noche contando vida.
Y amé los lentos sorpresivos, donde no dabas nada por el que te había sacado pero terminaba siendo una aventura maravillosa.
Los lentos comentados, que era la degustación de la anécdota el día posterior. Porque tan importante como bailarlos, era comentarlos con las amigas.
Porque a la hora de los lentos se definía el juego incipiente del amor.
Los mejores lentos de mi vida los bailé con el padre de mi hija, en Makao.
Makao estaba frente al mar, y tenía algo de magia cuando te ibas de madrugada, ensordecida, y escuchabas el sonido de las olas. Y el frío te bajaba la temperatura del cuerpo, el sudor se secaba, y al otro día te quedabas afónica de cajón.
Makao era bailar al son Frank Sinatra cantando New York New York y creer que todo era eterno.
No se paga con nada creer en la eternidad de algo.
En cada momento estamos a tiempo de bailar los mejores lentos.
Esos momentos los llevás adentro.
La fiesta de la vida te la armás vos, tu play list es la que quieras que suene, y el juego del amor y amar jugando es un privilegio de estar vivas.
Y si eso no es puro, puro rock, contáme qué.
Team lentos for ever.
Escrito por Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos