Blog - Nunca estamos solas

Salir de la inmovilidad

A veces nos encontramos en un lugar donde no deseamos estar. Y ni siquiera nos damos cuenta. Es como una amiga que fue al osteópata y le sacó el dolor de espaldas con el que cargaba hacía años y al salir lo primero que dijo fue: “¡Recién ahora que no lo tengo, noto como dolía!”

Así vamos quedándonos quietitas, atadas a situaciones, obligaciones, roles, que nos hacen daño, pero sin la menor idea de cómo comenzar a movernos.

1-Leemos algo que nos despierta: hasta que llega una lectura, o alguien que sale en la televisión o un libro que nos recomiendan, que enciende la lamparita de nuestra alma. Algo con lo que nos identificamos, que nos convoca, que nos sacude.

2- Y luego comenzamos a pensar en nuestra situación. En si queremos lo que vivimos o seguimos ahí por inercia. Empieza a moverse el polvo de la costumbre…y entra el sol.

3- En un punto, queremos vivir aquello que sentimos que nos puede hacer bien. Vivir solas, o viajar, o poner límites, o dejar de ser el puntal de toda la familia, o comenzar una carrera, o iniciar una terapia. Y a veces nos asustamos de esos deseos.

Ahí nos detenemos porque nos gana el miedo, la comodidad, la culpa. El mover lo que anda “bien”, aunque no nos haga felices. Porque nos inculcaron que si funciona no lo toques, vaya a ser que se rompa y quedes peor.

4- El virus de la vida ya se introdujo en el cuerpo, y es imposible detenerlo. Continuamos queriendo el cambio y las voces que aconsejan prudencia cada vez nos enojan más. Aquí nos ponemos irritables, porque la paciencia se está acabando.

5- Nos animamos a visualizar lo que queremos: el lugar donde vivir, el vínculo que soñamos, el país que queremos conocer, la profesión que queremos ejercer, el crecimiento espiritual que queremos experimentar.

6- Suavemente empezamos a implementarlo en lo práctico. Lo que parecía inviable ya no lo es. Nos encontramos diciendo lo que callamos tanto tiempo. Pidiendo lo que necesitamos. Abriendo nuestros espacios. Juntándonos con otras mujeres en similar situación.

7- Y un día, sin saber cómo y sin haber pensado tanto (o eso nos parece) nos encontramos exactamente donde queremos estar y cómo queremos estar.

Y ese día hay fiesta en las alturas y por que durante todo el camino recorrido nunca estuvimos solas, decimos…

GRACIAS GRACIAS GRACIAS

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos

2 Comments


Ana Alvarado

Ana Alvarado    Posted on: 13 septiembre, 2018 11:48 pm 

Excelente artículo, muy acertado Simone

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