SABER NO TE OCUPA LUGAR… Y PUEDE SER LA DIFERENCIA
Nos enseñaron que hablar de dinero es de mal gusto.
Que saber cuanto gana una persona no se pregunta.
Que tener idea de a nombre de quien estaban los bienes o si hay cuentas en algún lugar es inapropiado.
Se olvidaron de decirnos que el matrimonio es una sociedad. Y que al ingresar a ella asumimos los panes y las deudas. Que cómo todo socio tenemos voz, voto, y derecho a saber donde estamos paradas.
El dinero atraviesa nuestra vida. Es energía en movimiento, que bien usada, con sinceridad, transparencia y buena intención, transmuta en manifestaciones luminosas.
Si tenemos miedo de llamar a las cosas por su nombre, preguntémonos que nos pasa.
Cómo funcionaba lo económico en nuestra familia de origen. Cuales son nuestros miedos y prejuicios.
Y recordemos que somos seres adultos y no niñas «a cargo de…» otro que se supone que sabe más que nosotras… cómo dijo Jesús «La verdad os hará libres»…
Bendiciones!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos