No acumulo lugares, me los apropio…
Me senté en el alféizar de la ventana. La noche cayó sobre Estrasburgo, y las gotas de lluvia suenan en el Quai de la Bruche. Dos cisnes y a lo lejos, se escuchan las campanadas de la catedral.
Conocer Estrasburgo era deuda pendiente.
Hay quien viaja para encontrarse a sí mismo, pero en mi caso, comencé a viajar cuando me tenía bien encontrada. Una vez tomadas ciertas decisiones, establecidas algunas prioridades. Cuando logré mantener a raya mi tarjeta de crédito. Que no es menor.
En un viaje nos conocemos mejor, revelamos aristas que en lo cotidiano no afloran. Pero el viaje interior no tiene aeropuertos, ni guías, ni horarios, ni destinos. No hay paisajes, ni distracciones. Es el primero de todos los viajes. El que llega cuando tiene que llegar.
Quiero que lo que sea me sorprenda. Y sobre todo…no sigo los viajes de otros. Hay quien escucha hablar de tal o cual lugar y va en busca de eso que el otro sintió. Nunca lo va a encontrar.
Lo que yo siento aquí, es tan propio. Tiene que ver con toda mi historia. Con cada una de las inhalaciones y exhalaciones que di desde que nací. Con cada alegría, cada dolor, cada coraje, cada cobardía.
Miro al cielo y agradezco.
Conecto con esa adolescente, en ese apartamento diminuto del Parque Posadas, donde almorzábamos las sobras de la cena, y llegar a fin de mes era una proeza que sólo mi madre sabe cómo lograba.
En aquel tiempo no soñaba. Vivía, igual que hoy, únicamente el día. Una amiga me decía que a mí siempre me pasaban cosas interesantes para contar cada mañana en el colegio. Pero no era tan así. Lo normal se vuelve cautivante cuando le ponés el condimento de la pasión. Siempre. Pasión por la vida. Aún en la tristeza.
Miro los cisnes, me sirvo una copa de vino, y pongo a Satie. No acumulo lugares. Me los apropio. Los pongo en mi sangre. Los llevo conmigo. Los vuelvo hueso y carne. Ese es el secreto del goce más profundo. En Montevideo, en Estrasburgo, en el Cabo Polonio, en donde sea…
Te invito a degustar de tu momento. Estés donde estés. Cinco minutos. Volá hacia adentro, sin fronteras…Como estoy haciendo yo, recordando estos sentires, desde el balcón.
Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos