Blog - Nunca estamos solas

Me gusta…

Va avanzando noviembre: planes del año, proyectos, intenciones. Tantas veces abordadas desde lo que debe ser, olvidando lo que hay, no tanto desde la lógica, sino desde el goce. Al tener claros los elementos de la vida que nos hacen vibrar, cuanto más sencillo se hace construir un camino disfrutable. Lo bueno de ciertos momentos existenciales, es que el pincel para plasmar el cuadro lo tenemos nosotros, y para mí preparar la tela, es contactar con lo que me da placer.

Me gusta cortar la fruta en la mañana para hacerme el desayuno y antes que eso elegirla degustándola con los dedos. Y cuando la estación me regala frutillas, uvas, sandías o cerezas, engalanar la mesa matinal con su presencia, paladeándolas morosamente porque sé que duran poco.

Me gusta el primer mate, ese que tomo mientras atiendo, y que es sinónimo de encuentro y despertar completo.

Me gusta la compañía de la música de la radio francesa que encontré “Fréquences relaxation”, (Chill out, New Age, Relaxation, Zen) mechada con la voz amaderada de una locutora que hace meditaciones guiadas dos o tres veces por día.

Me gusta bajar a la playa cuando tengo un espacio libre entre sesión y sesión, con el libro, el mp3 y Vivaldi. Y abstraerme de lo que me rodea y hundirme en el autor, en la música y de vez en cuando, mirar hacia la isla, el agua y el sol, lo justo para agradecer estar sentada donde estoy.

Me gusta cuando cae la noche cálida y nos sentamos afuera a tomar una, aunque nuestro lugar de siempre ahora esté cerrado, que es enero, claro. Por eso hay esta paz. Amo Montevideo en enero, y el Cabo en julio, qué puedo hacer si salí atravesada. Porque tanto uno como otro me ofrecen su mejor doblez en esas fechas.

Me gusta el vino degustado junto al fuego, pensar mirando el mar, leer con una amiga, el botánico en setiembre, abrazar, hablar, escuchar, amar y ser amada. Pero , ¿a quien no?

Me gusta el primer silencio de la mañana y el último de la noche. El atardecer sin viento, los hombres sin reproches, el té de menta, fumar mentolados cuando escribo. Me gusta cuando entro en una librería y me encuentro con ese libro que tanto había esperado. O cuando suena el cel y el número que aparece es desconocido y bienvenido.

Me gusta caminar por Pocitos de madrugada en estas noches estivales, y pararnos en el medio de la calle y decir “¿Sómos las únicas en todo Montevideo?” Y saber que hay gente disfrutando, de otra manera, en otros lugares, pero tanto como uno.

Cuando lo cotidiano, pequeño, cuasi micro, arma una filigrana de fruiciones, un delicado mandala de finas terminaciones dadas por las personas disfrutables que a uno lo rodean, es mucho más sencillo armar el mundo. No partiendo de la falta, sino de lo que se tiene. Agradeciendo presencias y liberando ausencias.

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos

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