Lo que hagas que sea por tus propias razones
Soy de la época en que la moda era colocar a los bebés a dormir boca abajo. Te lo decía el pediatra, tu suegra, tu madre y las buenas costumbres.
Ahora cuando encuentro bebés durmiendo en otras posturas, jamás boca abajo, me pregunto a cuántas cosas en la vida uno les da el poder. Lo dijo quien, cómo y en qué lugar. Cuánto sabe realmente, y cuáles son los fundamentos.
El espíritu crítico no es criticar. Por el contrario. Es desnaturalizar, desaprender, lo que llevamos súper puesto. Esas creencias que arrastramos toda la vida, que afectan nuestras acciones, y la existencia de los otros.
Mis miradas sobre la crianza venían sesgadas y marcadas y nunca me las cuestioné. En cada familia, cada país, cada cultura, hay unas costumbres. En Suecia los cochecitos de los bebés están aparcados con el niño dentro mientras quien lo cuida se toma un café. Bien mirado, aún en días de frío, mejor tomar aire puro que el viciado de los adultos encerrados en un lugar. Pero, culturalmente, asombra.
Así que intento darle captura a mis creencias arraigadas nunca puestas en tela de juicio. Nunca vistas desde otro ángulo. Sobre el tema que sea.
Porque tal vez, quizás, estoy repitiendo en automático algo que no tiene razón de ser. Como la familia que cortaba las puntas de la colita de cuadril porque la abuela tenía un horno chico y no le entraba y todas las generaciones venideras lo siguieron haciendo sin tomar en cuenta si era o no necesario o pertinente.
Merecemos preguntarnos de dónde viene eso que creemos o hacemos en piloto automático. Para vivir en conciencia, a conciencia, nuestra propia vida, no la de la abuela con el horno chico.
Escrito por Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos