La vida no te viene a buscar. Salí a su encuentro!
“Te veo caminando por un lugar que es como si fuera una campiña, no sé si es Italia o España. Y en ese lugar conocés a la persona que te cambia la vida”.
Así dijeron aquellos Registros, hace unos años. Quien se los hizo era una mujer de unos 35 años, y cuando pasó el tiempo y los volvió a escuchar, cayó en la cuenta de que muchas cosas se había cumplido. Pero ella nunca se había tomado el avión para hacer un viaje que tenía planeado hace años. Esa misma tarde sacó los pasajes, armó la mochila, pidió licencia, ubicó a sus hijas con su abuela, y se fue.
Caminando por la Toscana de un pueblo hacia otro, se cruzó con un italiano que la vio pasar. La esperó. Y comenzó una historia de amor que terminó en casamiento y varias buenas cosas más.
Las amigas de la chica vinieron en tropel a leerse los Registros. Como si con la Lectura viniera tu propio italiano incluido.
Y es que cualquiera sea la herramienta que alguien te recomiende, hay que tener en cuenta dos cosas muy importantes.
La primera, es que cada una tiene una vida propia por vivir, que probablemente no se parezca a ninguna otra. Lo que para esta persona era conocer a una pareja en el exterior formaba parte de la experiencia de vida y aprendizaje que le tocaba.
Luego, por más que te digan algo muy bueno que se viene para tu vida, si no hacés, estás frita.
Fue lo que le sucedió a ella cuando se recordó que hacía años que tenía ganas de recorrer mundo, a su manera, a su tiempo, sin apuros, sin excursiones ni reservas, permitiéndose vivir el día a día y sorprenderse. Y movió cielo y tierra para poder hacerlo. Y se animó.
Lo que vivimos es la consecuencia de la sincronicidad.
Y de nuestros haceres.
Lo que no hacemos nunca va a salir ni bien ni mal. Porque directamente, no va a suceder jamás.
Gracias a cada una de las que se leen Registros. A las que retornan. A las nuevas. A las de siempre. Incluso, a las que se van enojadas porque el “Registros no incluye un italiano o similar”. Sin su valentía, no habría milagro.
Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos