«La vida es una ola y la actitud, la tabla”
Hay tantos tipos de domingo como estados de ánimo en sangre. Y ambos, los estados de ánimo y los domingos tienen una relación estrecha con el clima. Así es que comienza siendo un domingo manchado de nubes, que me regala un soplido helado cuando abro la ventana en busca de un motivo para seguir viaje con Morfeo o levantarme con todas las pilas y la silla de playa. Ya desayunada, la cosa viene de mate, música, libro y solcito mediado por vidrio en la terraza. Hasta que el libro deja paso a los championes y cruzo la rambla para encontrarme con que el agua creció mucho y está plagada de surfistas.
Cuanto de la vida tiene el surf…cuanta firmeza para pararse sobre un territorio tan exiguo…cuanta gana de correr la ola…cuanta fuerza para remar mar adentro nuevamente confiando en que la que le siga va a ser mejor aún que la anterior.
Entre tanto cuerpo de hombre se destaca un niño. No tiene más de 11 años. En realidad lo noto en el momento en que la madre se acerca al muro y lo observa. Acaba de estacionar el auto, lo deja con las valizas prendidas y la cajuela abierta. Al seguirle la mirada, lo veo. Está saliendo del agua con su traje de neopreno, la tabla bajo el brazo, la mirada encantada de los que comulgan con una pasión. Sube la escalera, guardan la tabla en la valija, el se sube atrás y se van.
Esa madre le está regalando al hijo un sentido de vida. Algo que puede capitalizar en felicidad, independencia, valentía, equilibrio, paciencia, espíritu de grupo, pertenencia, gozo, naturaleza. Porque cuando un surfista entra al agua, desde lejos se le huele la ansiedad del encuentro con su poder interno y con un conocimiento de sí a la par que un reconocimiento por el ser del otro. Un surfista como cualquiera que se anime a vivir, va a elegir la playa y la ola de acuerdo a lo que pueda y sepa.
Respetando que si alguien la “cantó” primero, no puede garronearla. Evitando ponerse en el camino de otro surfer cuando entra o sale de un spot. Aprendiendo a turnarse para tomar una ola. Adaptándose a la onda que haya en el pico: si va de hablar o de estarse sosegados esperando el momento. Ayudando al que está en problemas.
Respetando al que juega de local. Recordando que “la vida es una ola y la actitud, la tabla”.
Ver a ese niño me recuerda que uno mismo se construye el estado de ánimo en sangre. Que se puede elegir el grosor, la longitud, la anchura de la tabla. Y hasta jugar a predecir la fuerza, el tamaño o el intervalo de la ola. Que se puede ver a qué distancia están los otros, quiénes nos pueden acompañar, quiénes socorrer o esperar nuestro socorro.
Pero el momento, ese que se describe con mayúsculas, se vive solo. Y llamo Momento a lo que se constituya como prioritario correr/vivir en cada instante.
Nunca estamos solas!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akasicos
2 Comments
Adela Garay
Adela Garay Posted on: 2 julio, 2021 11:54 amHermoso
Adela Garay
Adela Garay Posted on: 2 julio, 2021 11:54 amHermoso