LA VERDADERA REVOLUCIÓN… LA DEL AMOR ENTRE NOSOTRAS
Cuando volví de mi segunda luna de miel, en febrero de 1998 me encontré con una citación. La solicitud de la tenencia completa de mi hija que hasta entonces había sido compartida. La libertad de haberme divorciado tenía precio…
Ni jueces, ni reclamos, ni denuncias, ni cartas a instituciones valieron. En ese tiempo yo no sabía que el Plan Divino es perfecto y que todo es para bien. Entonces creí que me moría, en toda la extensión de la palabra al ver cómo día tras día, la perdía.
Lo que pasó, pasó.
Con el paso de los años, me doy cuenta del rol que tuvieron mis compañeras de género en esa historia…
Las psicólogas del colegio que me vieron durante años ir a llevarla y a buscarla todos los días desde sus cuatro años, se negaron a recibirme.
La jueza dejó yacer el expediente y no tuvo en cuenta los informes de los peritajes psicológicos ni los de la asistente social.
Mi mejor amiga y madrina de mi hija me encontró culpable por haber decidido divorciarme.
Mi familia desapareció, con excepción de mi madre que hizo lo que pudo como pudo.
Las abogadas, que se sucedían una tras otra, cobraban los honorarios sin hacer…
Para perpetrarse lo que se perpetró se necesitó la acción de un hombre, pero nunca podría haberlo logrado si las mujeres que lo rodeaban no lo hubieran apañado.
Yo sentía tanta vergüenza. Me sentía tan culpable. Mi voz enmudecida. Miles de puñales clavados. Mi gente tan querida… ¿tan querida?
Entonces hoy pienso… Mujeres, seamos solidarias entre nosotras. Cuidémonos. No juzguemos sin saber. No digamos, “algo habrá hecho”. No miremos hacia otro lado.
Tú, que eres hermana, suegra, cuñada, nueva pareja del ex, amiga , abuela, madre, tía de una mujer violentada ¿qué haces por ella?
Nos tocan a una, nos tocan a todas… suena hermoso. Que sea realidad. La verdadera revolución es que seamos solidarias entre nosotras mismas…
A Dios que nunca me abandonó, aunque por un momento pensé que sí.
A los hombres y mujeres que me escucharon, me contuvieron, me acompañaron y me arrancaron de las garras de la locura. A los que encendieron la llama del Amor en mi noche más oscura… gracias, gracias gracias.
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos
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Maria
Maria Posted on: 19 diciembre, 2018 11:14 pmRecuerdo la jueza de mi divorcio, un ser frío despectivo, descaradamente empatica con él. Cuando vinieron los juicios por pensión alimenticia, fueron implacables en mi contra, pero eran hombres... Aquella jueza era igual a ellos. Nos falta mucho para el nos tocan a una nos tocan a todas