LA NAVIDAD INTERIOR
Diciembre, mes de Luz y Renacimiento. Mes de iluminar nuestro ser interno, y darnos la oportunidad de renacer a lo nuevo.
El año que termina fue cómo una especie de examen largo y proceloso. Cada mes, cada lunación, cada movimiento de los planetas que estuvieron casi todos retrógrados, fueron una conjunción que nos obligó a ir a lo más profundo de nosotras mismas.
Y cada vez que descendemos a lo profundo, removemos nuestras estructuras. Arrancamos, movemos, soltamos, abrimos, recordamos, reformulamos, soñamos, realizamos, lloramos, nos reímos, elegimos.
Este año tiene que ver con «¿Para qué hago lo que hago?»
Siendo que solemos preguntarnos los ¿por qué? de todo, elijo girar el sentido de la pregunta y replantear el «para qué.» Y luego, pero no menos importante «¿para quién?».
Son dos preguntas sencillas. Al contestarlas, desde el corazón, quizás encontremos que tenemos un mes y toda la vida por delante para reconfigurar el gps existencial.
No se trata de que las pruebas sigan, sino de qué manera las capitalizamos para comprender, y avanzar hacia nosotras mismas. Las verdaderas. Las auténticas. Las que somos y no las que quieren que seamos.
Echar Luz sobre los temas que nos duelen, que nos persiguen y no se terminan de solucionar, para verlos con claridad. Renacer a una nueva manera de mirar las situaciones. Lo de afuera no cambia. Cambiamos nosotras.
En diciembre es cuando más se espera que cumplamos con. Nos volvemos malabaristas de asistentes a despedidas, idénticas a las de todos los años. Organizamos encuentros, eventos, y comenzamos con el tema de dónde pasar la noche del 24 y el 31. Si partió alguien a quien amamos mucho, sea de este plano o de nuestra vida, diciembre y sus fiestas se vuelven un catalizador. ¿Estoy pasando con quiénes quiero o con quiénes me obligo a estar porque es lo que se espera de mí?
La vida es una acumulación de instantes preciosos. Demasiado efímeros como para dejar ir minutos en hacer o estar en lugares o situaciones donde no nos sentimos bien. Quizás una manera de renacer sea escucharte, y decirte qué querés hacer realmente en esas fechas. Cómo elegís vivirlas. Junto a quiénes. Y no descartes una soledad grata que te permita conectar contigo misma y celebrar lo que tu alma sienta y como tu ánimo quiera.
Diciembre…mes de preguntarte cuando el corazón te tironee el alma…¿Para qué? Y tal vez, con mucha luz y renacidas digamos «Para mí. Porque lo merezco. Y si me siento merecedora, puedo dar lo mejor de mí, sin frustración, tristeza, ni enojo.»
Bendiciones infinitas! Buen mes de diciembre. Tú…te mereces ser feliz como tu elijas! Nunca estamos solas!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos