Hay una soledad dichosa y una soledad dolorosa.
Hay soledades de crecimiento y soledades de abatimiento.
Hay soledades que son final y otras que son inicio…
Hay soledad como castigo y hay soledad como regalo.
Hay soledad en un salón lleno de gente y hay soledades sagradas en un remanso de paz.
Hay soledades sociales y hay soledades familiares.
Hay soledades que nos vencen y hay soledades que nos declaran vencedoras.
Hay quien no sabe estar sola y hay quiénes no pueden funcionar sin un minuto de soledad.
Hay quien dice querer estar sola y hay quien cuando se le cumple el deseo no sabe que hacer con él
Hay una soledad creativa y gozosa. Y hay una soledad con color a viento de desierto, abrazadora y letal.
Hay una soledad jugosa. Y hay una soledad seca como el sarmiento de un olivo.
Hay una soledad que se transita por opción. Y otra que se va dando y cuando queremos darnos cuenta, se instaló para quedarse.
Hay una soledad que da miedo. Y hay una soledad que nos da valor.
Hay soledad durmiendo en la misma cama con el enemigo. Y hay soledad amigable rodando por la cama grande en un éxtasis de felicidad sin tropezar con otros pies.
Hay una soledad real. Que nunca es tal
Y hay quien ya descubrió el secreto. Es que estar sola es imposible si estás viva. Porque desde que nacemos nos acompaña nuestra alma. La mejor amiga. La más silenciosa. La más leal. La eterna.
Entonces…cuando nos damos cuenta que no estamos solas, salimos a compartir ese tesoro con nuestras hermanas de camino. Para que nunca, ni una más, se olvide.
Bendiciones infinitas. Porque nunca, nunca estamos, estuvimos o estaremos solas.
Buena semana. Buen lunes. Buena vida!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos