Envejecer. Divino tesoro
Fue en un vivo que hicimos con Patricia Wolf.
Estábamos hablando entre nosotras y contestando lo que nos comentaban, cuando leo “¿Quién es esa vieja que está contigo?”
La mayor desconocida sujeto del comentario era yo, obviamente.
Quedé helada.
Estoy muy bien acostumbrada a tener seguidores de muy buena madera. Bellas personas que no hacen comentarios dañinos e inútiles. Y se agradece y se valora.
Porque no me ha tocado lidiar con violentos o violentas de ese tipo.
Salvo mi primo tercero, pobre, que era una versión de “los hombres que odian a las mujeres” de manual. Pero no cuenta. Nunca me siguió en las redes. O si. No recuerdo.
He tenido violentos de todo tipo: los que rompen objetos adelante tuyo, los que manejan rápido y enojados para que te asustes, los que te gritan, insultan. Los que te celan y no te dejan vivir. Los que te sacan hijos. En fin. De todo como en botica.
Pero la edad, envejecer, es algo que nos llega a todos.
Que no es modificable. Y la postura que tomamos como sociedad ante ese hecho, es lo que lleva a poner la juventud como un bien preciado por sí solo.
Lo que enriquece a toda una industria de la “eterna jeunesse” y la que nos quiere hacer sentir fuera de algo, cuando nadie te puede poner dentro ni fuera salvo vos misma.
Tengo 53 años yendo para los 54. Y una vez en una peluquería a la que iba, alguien que decía conocer a una compañera mía de facultad de Derecho, insistía en que tenía varios más. Hasta que le llevé la cédula de identidad y se terminó el tema. No me molestaba que dijeran que era mayor, sino que dijeran que mentía #hayunasvidasparacomprarbuenísimas.
Envejecer es la naturaleza en acción. Envejecemos desde que nacemos. Y tal vez de eso se trate no poner tanta atención en el envase como en el contenido. Porque podés mantenerte regia que si no hay belleza interna, la de afuera adorna y pasado un tiempo, aburre. Siempre habrá alguien más lindo, más joven, más todo. Pero igual a vos, nadie.
Envejezco cada día como todo lo vivo, y eso me confirma que tengo el privilegio de estar viva. Y es puro rock! Ese que bailo cada mañana, simplemente agradeciendo que amanece.