Blog - Nunca estamos solas

EL SISTEMA SOLAR DE MIS VÍNCULOS

Me gusta armar el sistema solar de mis vínculos.

Me ayuda a visualizar de qué forma siento al otro.

Y algunas veces me sorprendo.

Enciendo mis humos. Pongo la música. El té humeando. Una caja de crayolas gruesas de colores. Mi lapicero de los momentos especiales. Afuera la noche ya cayó. Es un momento de encuentro conmigo misma y con mi vida.

En una hoja blanca me ubico en el centro con la forma de un redondel. Lo hago de color amarillo, color oro.
Y luego voy ubicando a las personas de mi entorno. Elijo el color que les otorgo. El tamaño que marca su importancia. La distancia o cercanía.

Voy uniendo los distintos círculos entre sí y para conmigo. Hay líneas gruesas y antiguas. Hay líneas finas. Hay líneas con ida y vuelta. Y hay líneas de ida. Y líneas sin vuelta.
Hay círculos que ya desaparecieron. Otros que están tan en el borde de la hoja que da vértigo.

Y hay esos que son tan nuevos en mi sistema pero ya tienen su lugar tan definido.

Entonces, con ese mapa dibujado con amor, me siento a agradecer. Hago la historia de cada uno de esos vínculos.

Agradezco a A que trajo a mi vida a B que trajo a mi vida a C que trajo a mi vida a D que trajo a mi vida a E… y a todos los envuelvo en bendiciones. Para que toda la bondad y alegría del día de hoy se multiplique en sus vidas.

Caigo en la cuenta que algunas personas ya están tan lejos de mi presente que no tienen idea que estoy bendiciéndolas. Más allá de lo que sientan por mí. Y es que el secreto del agradecimiento sincero es sentirlo aún luego de que un vínculo se terminó.

Termino de agradecer y bendecir. Apago los cirios. Recorro la casa con los humos que todavía salen del carbón encendido. Y siento las presencias amorosas de las almas convocadas desde el corazón.

En cada uno de nosotros hay un alma ansiosa de ser querida y aceptada tal como es. Y cuando en el Universo alguien nos piensa de esa manera, es como si nos acariciaran el corazón.
Es una práctica acariciar corazones por encima de toda circunstancia. Y dejarnos acariciar el nuestro. Cada día.

Bendiciones infinitas… porque nunca estamos solas…

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos

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