Blog - Nunca estamos solas

EL SÍNDROME DE LA BIEN MANDADA

Las bien mandadas… las que cumplimos con el mandato familiar.
Las que no osamos romper de adolescentes los sueños de otros sobre nuestro futuro, buscando ser queridas y aceptadas.
Las obedientes hijas de nuestras madres que no contestábamos a los mayores, olvidando cuando fuimos adultas, como expresarnos cuando no estábamos de acuerdo con algo.
Las que pedíamos permiso desde para salir a bailar, hasta para amar.
Las que perdíamos la virginidad con aliento a miedo, ignorancia y retrogusto a pecado. Y si no lo vivíamos así, éramos las locas del barrio.
Lo bueno del paso de la vida, es que poco a poco vamos recordando que vinimos a esta tierra a ser algo más que bien mandadas. De bien mandadas hijas, a bien mandadas esposas, a bien mandadas madres, amigas, trabajadoras.
El síndrome de la bien mandada es hacer feliz al otro a costa de la propia vida.
En mi imaginario las bien mandadas, como las mariposas, vamos abriendo con valentía el capullo de obediencias, de “tener que”, “espero de vos…”, “mientras vivas acá hacés lo que yo quiero”. Sacamos afuera las cabezas, tomamos aire puro, la sangre nos irriga el cerebro, recuperamos la sabiduría y salimos paradas sobre los pies, con dos alas extendidas y la certeza de que a lo único que hay que obedecer es al mandato del alma.

Bendiciones!

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos

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