Dicen que en tiempos de guerra…
Dicen que en tiempos de guerra, cuando quedaban en los campos los cuerpos de las personas que ya no habrían de volver, las amapolas cubrían como un manto piadoso el lugar, y volvían un recuerdo de color y belleza el tiempo de los que ya no están.
Cada noviembre, los escoceses prenden en su solapa una amapola, y destinan lo recaudado a ayuda a las familias de quiénes cayeron. Siglos después, la unión de los hombres, puede por sobre la memoria.
En el medio de la ciudad, al abrigo del castillo, crece un grupo de amapolas. Pienso en el alma de cada uno de nosotros cuando en un momento de dolor se retira del mundo buscando el sosiego. Me la imagino cubierta por el color de estas flores, dando fuerza, vida, memoria a cada uno de los minúsculos y grandes actos de fe que nos toca recorrer.
Y más aún, imagino un día destinado a que cada uno de nosotros celebre el paso por esta vida, prendienodo una flor de la solapa.
Vivir el futuro honrando el pasado. Agradeciendo. Volviendo fiesta la tristeza del ayer. Celebrando la vida a través del recuerdo gozoso.
Edimburgo es una ciudad especial, punto de despegue de tantas costumbres leales. Para cada una de nosotras prendo en mi solapa una de esas amapolas… para que nos acompañe… para que sepamos que no estamos solas… y que en algún lugar del Universo quedan en la memoria colectiva los pequeños actos de fe y valentía que nos permiten avanzar.
Bendiciones! gracias gracias gracias por estar en este viaje, junto a mí. compartiendo vida!
Edimburgo, agosto 2017
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos